II
Hay noches en las que se me abren las heridas,
y de ellas me brotan cristales de sal,
entonces tengo que imaginar tus besos,
tu saliva, para que calmen el fuego que me come el alma.
Hay noches donde las tinieblas se ciernen sobre mi.
Te recuerdo mía, y una bella luz me acaricia los ojos.
Hay noches donde te tengo toda para mi y entonces,
al poseerte en sueños, todo se vuelve bello y cálido.
Son mis noches y mis días.