Yo he patinado desde los seis años, ya sabía mantenerme en los patines; me enseñaron lo básico y me encantó, pero tenía problemitas con mi entrenadora porque siempre me ponía los mismos saltos y las mismas piruetas y ya estaba harta: no me mandaba a pasar de nivel. Las madres no estaban conformes con ella, hasta que vino otro monitor y fui pasando de niveles muy deprisa y haciendo cada vez piruetas más difíciles y por fin llegó una competición en la Comunidad Valenciana para patinaje artístico sobre ruedas y mi monitor decidió llevarme.
Competia contra 20 niñas más y yo ya estaba enferma por lo que estaba muy nerviosa, más de lo normal. La que llevava los papeles no paraba de darme tila, y yo vomité dos veces, pero logré patinar y cuando iban a decir los resultados yo me tapé los oídos y todos los del club que me acompañaban en las gradas dieron un salto... ¡¡¡¡había quedado tercera!!!! Fue el día más feliz de mi vida, a pesar de lo mal que lo pasé al principio, subí al podium y era como un sueño.
Pero unos meses después me despedí del patinaje porque me puse más enferma, no me arrepiento, ha sido una experiencia bonita.
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