Era una mañana soleada y desde el refugio de la
montaña iba a pasear una joven llamada Ana y su perrito Tom.
La montaña era bastante empinada, en ella había
árboles de distintas clases; robles, castaños, pinos… También había algunas
flores silvestres. Ana caminaba con pasos cortitos e iba de izquierda a derecha
haciendo eses por la gran inclinación de la montaña. En cambio, Tom iba y venía
una y otra vez haciendo muchos metros.
Cuando Ana se cansaba, paraba y bebía de su
cantimplora de la mochila que llevaba. También en un cacharrito le daba a Tom.
Al llevar dos horas de caminata se sentó a almorzar su bocadillo de atún con
aceitunas. También sacó un poco de pienso para Tom. Al cabo de un rato volvió a
emprender la marcha y, qué casualidad, que pasaban por allí cuatro cabras ¡qué
sorpresa! Eran de color negro y éstas se asustaron y se fueron enseguida.
Luego, Ana decidió bajar con cuidado de la montaña, había sido una mañana muy
relajada por el paseo tan agradable.
C.C.M