Ese día fue increíble. Un mañana en la posada donde
todos iban a almorzar después de unas jornadas en el campo. Había muchos
trabajadores del campo. Estaban recogiendo las aceitunas que había en os
terrenos del terrateniente Ernesto García.
Iban llegando en grupos y se iban sentando en las
mesas y a contentos esperando a que el mesero les tomara nota de lo que les
apetecía almorzar.
Entre el entrar de la gente llegó Rosendo el
vendedor de cupones. Estaba ofreciendo unos cupones que sorteaban esa misma
noche. Pasó entre las mesas y todos lo llamaban porque era conocido por la
suerte que había repartido durante varios años.
Rosendo hizo buena venta; apenas le quedaban
cupones para vender.
Luego, después de almorzar, todos se fueron a
trabajar pensando en el sorteo de la noche.
Fue el día más increíble que habían tenido, porque
el sorteo se hizo esa noche y todos tenían el cupón premiado. ¡Qué suerte!
¿Cómo pudo ser?
A la mañana siguiente, todos comentaban la suerte
que habían tenido. I.A.C.
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