Erase que se era, en la era en que esto era, sucedía lo que ahora aquí os contamos:
Y esto es que una chica llamada Obdulia, optimista y extrovertida, iba a vivir unos cambios no imaginados.
Ella tenía una hermana, algo mayor que ella, ciertamente introvertida, no muy alegre, que la envidiaba un poco aunque la quería mucho.
Obdulia, cuando se reunía con su hermana Julia, le contaba sus alegrías y aventuras, lo bien que le iba su trabajo y cuánto le gustaba. Éste era el único motivo fundamentado de aquella pequeña envidia: Julia tenía una visión idealizada de la vida de su hermana menor.
Un vez, tuvieron un sueño.(Aquella noche dormian en la misma cama y, como buenas hermanas, compartian los mismos sueños...)
Julia soñó que hablaba con Obdulia, entusiasmada, contándole sus cosas, sobre todo sus cosas buenas, éstas tan cotidianas que le pasaban todos los días y en las que hasta ahora no había reparado...Y que hablando y hablando con ella su vida se volvía luminosa, maravillosa...hasta quería más a su hermana incluso!
Pero Obdulia, por un fallo en la conexión onírica al moverse en la cama, acabó soñando que ella misma se volvía triste, oscura, la pura materialización de sus miedos.
Al despertar, las dos resultaban ser como en sus respectivos sueños.
Sus relaciones cambiaron. Parecia que ambas creian ahora que la vida de Julia era mejor, que la vida de Obdulia tenía mucho que mejorar. Y realmente así era.
Y aunque estaban contentas con las mejoras de la mayor, su anterior fraternidad y complicidad se complicó y debilitó; pues a Obdulia, su estado de apatía y embotamiento emocional, la incapacitaba para los más nobles sentimientos.
¿Qué hacer? ¿Cómo arreglar este desaguisado?
Las dos hermanas deberán volver a dormir juntas, buscando armonizar sus sueños.
De esta manera llegarán a la empatia, comprenderán los miedos de la otra y asumirán sus actitudes positivas. Sus vidas y su relación, soñando, soñando, despegarán.
Y esto es que una chica llamada Obdulia, optimista y extrovertida, iba a vivir unos cambios no imaginados.
Ella tenía una hermana, algo mayor que ella, ciertamente introvertida, no muy alegre, que la envidiaba un poco aunque la quería mucho.
Obdulia, cuando se reunía con su hermana Julia, le contaba sus alegrías y aventuras, lo bien que le iba su trabajo y cuánto le gustaba. Éste era el único motivo fundamentado de aquella pequeña envidia: Julia tenía una visión idealizada de la vida de su hermana menor.
Un vez, tuvieron un sueño.(Aquella noche dormian en la misma cama y, como buenas hermanas, compartian los mismos sueños...)
Julia soñó que hablaba con Obdulia, entusiasmada, contándole sus cosas, sobre todo sus cosas buenas, éstas tan cotidianas que le pasaban todos los días y en las que hasta ahora no había reparado...Y que hablando y hablando con ella su vida se volvía luminosa, maravillosa...hasta quería más a su hermana incluso!
Pero Obdulia, por un fallo en la conexión onírica al moverse en la cama, acabó soñando que ella misma se volvía triste, oscura, la pura materialización de sus miedos.
Al despertar, las dos resultaban ser como en sus respectivos sueños.
Sus relaciones cambiaron. Parecia que ambas creian ahora que la vida de Julia era mejor, que la vida de Obdulia tenía mucho que mejorar. Y realmente así era.
Y aunque estaban contentas con las mejoras de la mayor, su anterior fraternidad y complicidad se complicó y debilitó; pues a Obdulia, su estado de apatía y embotamiento emocional, la incapacitaba para los más nobles sentimientos.
¿Qué hacer? ¿Cómo arreglar este desaguisado?
Las dos hermanas deberán volver a dormir juntas, buscando armonizar sus sueños.
De esta manera llegarán a la empatia, comprenderán los miedos de la otra y asumirán sus actitudes positivas. Sus vidas y su relación, soñando, soñando, despegarán.
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